Muchas veces, al embarcarnos en un viaje, descubrimos que lo importante no es llegar a destino sino el recorrido que hemos hecho para llegar a él. Ésta bien podría ser la premisa de Viaje, una aventura en la que el tiempo parece detenerse en una sucesión de pequeños detalles y en la que cada cosa observada adquiere una profunda relevancia. Una experiencia extrañamente bella, cargada de vértigo y misterio, que demuestra que en las cosas más insignificantes hay algo acechándonos de todos modos. Tres personajes anónimos se suben a un tren. Es el punto de partida de un largo y silencioso viaje. La destinación no está clara. Como si de un Ulises moderno se tratara, Yokoyama nos sumerge en la experiencia visual de los protagonistas y nos descubre la inquietante extrañeza de viajar en tren.