Se trata de un libro sobre traducción –una suerte de largo ensayo fragmentario relacionando traducción y antropofagia– donde su autor explora algunos de los aspectos másEl habla calibánica, híbrida e impura, arcana y antropófaga, es insurrecta por definición. A diferencia de la libertad física, no puede ser arrebatada: posee una soberanía que es inexpugnable. Es el habla que, proviniendo de espacios liminares, fabrica su propia legitimidad. Habla de lo fronterizo, de las costas, de las islas: caribe y caníbal, monstruosa y radicalmente íntima. Un habla, en fin, construida por las colisiones entre sujeto y poder, en estado de permanente traducción, de crisis.Una traducción calibánica sería un ejercicio de producción de diferencias, no de similitudes forzosas. Una traducción que cultive la no semejanza, que explote la discrepancia entre las lenguas –incluso la discordia, el equívoco. Que infle o adelgace el texto de origen, que lo interprete, que lo canibalice. Caliban destroza la equivalencia en la medida en que su habla es prostética: se enuncia desde un lugar imposible. No tiene punto de comparación: no es equivalente a nada. Su lenguaje es derroche, exceso.Adalber Salas Hernández