«Llamadme Travel.» Así comienza el relato de su aventura el narrador de esta extraordinaria novela, un hombre que viaja a Murania tras las huellas de un hispanista que recorrió la región en los años treinta. Es tiempo de fiestas, de «pandorgas y venerandas», y, por intrigas del conductor que lo recoge en el camino, Travel es arrestado en relación con la oscura desaparición de una joven. Desde el calabozo siente que, fuera, la muchedumbre quiere lincharlo. Y ni las conversaciones con los guardias ni la huida, frustrada, logran rescatarlo de la pesadilla, que por momentos parece diabólica y después tal vez sea una extraña y peculiar estratagema. Con los referentes cinéfilos de Sed de mal, de Orson Welles, o Al final de la escapada, de Godard, el narrador no puede dejar de pensar en el destino y la culpabilidad, el desamparo o la traición, mientras trata de reconstruir, con obsesión, sediento de sal, la red y los intereses de los posibles culpables.