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  • Ruiz de Samaniego, Alberto

  • Alegrías de nada

    Alegrías de nada

    Teoría del arte
    Isbn: 9788417325572
    Editorial: Athenaica Ediciones Universitarias
    Colección: Estética, Teoría de las artes e Historia de las ideas
    Fecha: 10 / 2018
    Precio: 20.00 €
    Fuera de stock

    El tono general de estos ensayos se concentra en cuestiones que tienen que ver con la nulidad, la aniquilación, el fin o la destrucción, en algunos autores o en momentos señeros de la Modernidad, tales como la Austria de fin de siglo, Malevich, Pessoa, John Martin, Cage, la pintura después de Auschwitz o el marqués de Sade. Reunidos bajo el título ?voluntariamente ambiguo? de "Alegrías de nada", por un lado aluden, efectivamente, a las pequeñas ?o pírricas? alegrías que nos da pensar la nada. Existe ?cómo negarlo? una cierta jovialidad en imaginar la destrucción de uno mismo y el todo, una especie de goce en la desesperación y en toda voluntad negativa. Pero, al tiempo, este título quiere también sugerir que las cuestiones que aquí se plantean no están en absoluto para alegrías o bromas. Pues se trata, ciertamente, de asuntos que, de algún modo, nos permiten también trazar una deriva ?otra? del espíritu de la Modernidad misma. Decía Hegel que el espíritu no es ese poder semejante a lo positivo que aparta los ojos de lo negativo, como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso, y liquidado eso, nos alejamos de ello y pasamos a cualquier otra cosa. El espíritu ?el que nosotros queremos convocar? es más bien y sólo este poder en tanto que le mira a la cara a lo negativo, y se demora en ello. Este demorarse ?concluía Hegel? es la fuerza mágica que torna lo negativo en el ser.
  • La ciudad desnuda

    La ciudad desnuda

    Filosofía
    Isbn: 9788417301408
    Editorial: Abada Editores
    Colección: Lecturas de cine
    Fecha: 05 / 2019
    Precio: 19.00 €
    Fuera de stock

    Un hombre que duerme es la historia de un joven que se quiso al margen de(l) todo... y la del cruel aprendizaje de que no existe nada fuera de esa totalidad. Duro escarmiento de un sujeto que, desmigajado el universo, se atormenta y se vuelve culpable. Porque, en definitiva, no se puede juzgar el todo, ni medirlo, ni compararlo, ni, sobre todo, negarlo. No obstante, el espíritu de este libro quiere ser fiel a la movilidad de la búsqueda, al pensamiento vagabundo, como si de antemano estuviese de acuerdo con el nomadismo de una verdad o una realidad que se hacen y deshacen en el caminar, como la ciudad misma. Igual que ocurre con el propio estatuto del sujeto, el sentido es siempre varios: la verdad comienza en el desdoblamiento, y la fisura, en dos, en el entre-dos. De ahí la necesidad de una interpretación que no se resuelve en la revelación de una realidad oculta, sino en la lectura de un texto en varios sentidos y que, en suma, no tiene más significado que el del proceso, el devenir. La interpretación es siempre un estuario, una travesía de múltiples direcciones. Este ensayo tiene, pues, la estructura de un cruce o de un pasaje que permite por un momento atravesar las distintas líneas de sentido que recorren los diferentes textos (narrativo, fílmico) que G. Perec tituló Un hombre que duerme, y su encaje dentro del contexto biográfico e intelectual del autor y de su tiempo.
  • Pintores de la vida moderna

    Pintores de la vida moderna

    Teoría del arte
    Isbn: 9788412412802
    Editorial: Asociación Shangrila Textos Aparte
    Colección: Contracampo
    Fecha: 07 / 2021
    Precio: 26.00 €
    Fuera de stock

    Con el cuervo de Poe nació la Modernidad. Se trata del impulso de destrucción que estremeció los nervios de Kleist, Victor Hugo, Kafka o Baudelaire. Que fue, como el propio Mallarmé reconoció, su Beatriz. Aire mefítico, analítico; dado que todo análisis implica una descomposición. La Modernidad constituiría la culminación de un proceso de indagación de los signos sobre sí mismos. Así, la esencia de la poesía estaría en la búsqueda que la palabra poética lleva a cabo de su propio fundamento. Esto es algo evidente al menos desde Rilke y Mallarmé. He ahí, también, lo que Balzac propone en La obra maestra desconocida. Es una pregunta permanente desde el Romanticismo, respondida siempre de forma similar: ha de valorarse en el arte no tanto su estatuto de transitividad cuanto su carácter de producción. En eso, el pintor Frenhofer podría actuar como su primer ejemplo, junto con Hugo. En ese proceso encontramos luego a Moholy-Nagy o Giacometti: su apuesta por una visualidad radical y desabrida, sin concepto ni esquema visivo previo. Porque nunca acabamos de ver las cosas, sino solo su representación mental, en la que la presencia misma se pierde. Tal fatalidad viene de Poe, o de Kleist, está en Baudelaire: el mundo interpretado en el cual los hombres quisieran encontrarse seguros se revela como una estructura falaz que se quiebra bajo la embestida de ese elemento perturbador que se cierne sobre la existencia. El dominio de lo inquietante que se abre ante Rilke, Jean Epstein o Pessoa no solo abarca el mundo externo que rodea al hombre, sino también el universo de la intimidad. Pues, en definitiva, la extraña imagen moderna –refractaria al sentido como la muralla de pintura de Frenhofer– no deja de remitir al opaco origen de todo signo. El punto ciego que, como fenómeno latente, oscuro, hace sin embargo posible lo visible. Ese nudo de ausencia que se persigue como en una novela policíaca tiene también su lugar del crimen. Por eso, la actividad de los pintores de la vida moderna se halla tan cercana a la investigación de Sherlock Holmes. Su práctica se desenvuelve en medio de un juego de hechizos y engaños que, al cabo, habrá que disolver, racionalmente, a la manera mostrada por Poe.