En junio de 1957, durante la batalla de Argel, el matemático y militante comunista Maurice Audin fue apresado por el Ejército francés, acusado de colaborar con el movimiento de independencia argelino. Tenía veinticinco años. Torturado hasta la muerte, su cuerpo nunca se encontró. En 2014 el Gobierno francés por fin reconoció que su desaparición, un caso que conmocionó a la sociedad francesa durante décadas, no había sido un misterio sin resolver, sino un asesinato de Estado.
Pero ni esta muerte ni su implicación política son el tema principal de este libro, sino, en cierto sentido, la historia de las «personas de las que se ha dicho que no tienen historia», los pobres, los olvidados. Michèle Audin reconstruye, con una minuciosa labor de arqueología, la vida de su padre y los orígenes de su familia, pero también los detalles, rastros, objetos y gestos de una clase social, de un tiempo en el que los niños heredaban los nombres de sus hermanos mayores muertos y la profesión de las mujeres trabajadoras no constaba en el registro civil.
Con una prosa inconfundible, que aúna la precisión de la matemática y la especulación poética, Audin se coloca en la encrucijada de las nuevas formas literarias, donde documento e imaginación fabuladora sellan un pacto ético. Por eso, Una vida breve es más que un ejercicio de «literatura de los hijos». Cumple un deseo esencial de la gran literatura: narrar esas vidas concretas que, a veces involuntariamente, tienen la capacidad de condensar la Historia.