LOS DESASTRES no son inevitables. No cuesta nada concebir un universo paralelo en el que Adolf Hitler se dedica a pintar acuarelas, Josif Stalin se queda en el seminario y Javier Clemente va a Leverkusen a jugar al fútbol. En ese universo, el Espanyol levanta su primer trofeo continental y el mundo es más feliz. Existen pruebas de que otra realidad es posible. La Vanguardia aparecía entonces con portada en huecograbado, un sistema que hacía falta imprimir a media tarde, y decidió apostar por la victoria. Hubo que tirar a la basura decenas de miles de portadas en las que un Espanyol campeón festejaba el éxito. Yo guardo una. A veces la miro y suspiro.