Última obra publicada y concluida del autor de "Madame Bovary", los "Tres cuentos" han provocado en las últimas décadas, pese a su brevedad, un aluvión de estudios casi comparable al suscitado por sus novelas mayores, como ejemplo definitivo de la poética narrativa de Flaubert. Escritas en un momento de inicial desaliento, entre septiembre de 1875 y febrero de 1877, año en el que aparecen primero en folletón y después en volumen, las tres historias del libro destacan por la limpidez de la prosa y por lo que tienen de síntesis y mezcla de las formas empleadas hasta ese momento. En principio, la crónica de una existencia anodina y el relato de un ser de ninguna relevancia ("Un corazón sencillo") poco tienen que ver con una historia medieval ("La leyenda de san Julián el Hospitalario") de matanzas y arrepentimientos, y menos todavía con el esplendor siniestro de la era judeo-romana ("Herodías") en la que un rey ofrece a su hijastra la cabeza de Juan el Bautista, pero siendo textos aparte en la trayectoria de Flaubert, por más que en algunos aspectos remitan a novelas anteriores, y a la vez muy distintos, no pueden ocultar la unidad temática que los vincula: la simbiosis de religión y violencia, de leyenda maravillosa y cruda realidad, de salvajismo sobre la base naturalista, minuciosamente documental, de las fuentes históricas o autobiográficas. El presente, la Edad Media y el pasado antiguo de los relatos recrean tres mundos, tres épocas que responden al vaivén al que el narrador somete toda su obra: un "realismo" al que sucede una invención de tramas que se sitúan centenares o miles de años atrás, pero se acogen a una verdad psicológica intemporal y llevan a lo más alto la sustancia de la ficción hecha pura literatura.