La prostitución ha constituido, desde siempre, un tema de debate y de intervención pública. A partir de la consagración de la burguesía, resultó ser la cara oscura del matrimonio y una institución creada para dividir a las mujeres en decentes e indecentes, en buenas y malas, de uno sólo y de muchos hombres, en mujeres «privadas» y mujeres «públicas». Las políticas públicas se han movido, guiadas por una doble moral sexual, entre el moralismo condenatorio y el reconocimiento de su inevitabilidad: a ello han respondido las políticas abolicionistas o reglamentaristas. Las víctimas de esta doble moral han sido, generalmente, las mujeres: las que vendían su cuerpo se topaban con el rigor de las leyes cuando convenía y a las demás se les imponía un férreo control sexual so pena de ser tachadas de «putas».
Uno de los aspectos más notorios de la globalización son los movimientos migratorios de los países ricos, pero hacerlo legalmente es cada vez más difícil para el nutrido número que lo pretende. En este panorama las migraciones se clandestinizan. Voluntariamente o a la fuerza, muchas mujeres inmigrantes están ocupando un espacio dejado por las mujeres locales, es decir, que acabarán participando, de entre las escasas posibilidades laborables a su alcance, en la industria del sexo, siendo además muy demandadas por los clientes occidentales.
Debatir sobre estos aspectos en el contexto europeo, explicar la contribución económica del sector del sexo, aclarar si la prostitución constituye o no un trabajo, quienes son los clientes, ahondar en el fenómeno de las migraciones y del trabajo sexual y analizar los problemas específicos que surgen de la combinación de ambos factores, desmenuzar los significados que encierra el concepto niña/o aplicado a la prostitución, qué políticas sanitarias conviene seguir, en particular con respecto al sida, o qué respuestas legislativas se están probando para hacer frente a esa problemática -siempre ligada a la inmigración-, son algunos de los objetivos de este libro.