Pasé por el parque sin mucha esperanza, y de pronto allí estabas, esperándome. Pero un momento, ¿seguro que es ella, Dani? Me entró la duda. Te vi desde lejos, tenías el pelo recogido, una camiseta diferente… ¿Eras tú o una chica que se te parecía? Eras tú, claro que sí. Me lo confirmaste al levantar la mirada y girar la cabeza hacia el sendero por el que yo me iba acercando: me viste, me reconociste, sonreíste. «Ha llegado el momento, Daniel», me dije para darme ánimos y no pasar de largo ni salir huyendo