Un verano en Andalucía en una residencia literaria. Una escritora extranjera que huye del fin de una relación, de pensamientos intrusivos sobre su padre y de un país (un Estados Unidos «vergonzoso y brutal») para recalar en un territorio desconocido y en apariencia hostil.
En este viaje con tintes de pesadilla –oscuro, radical, poético, paranoico–, la experiencia es menos un paisaje geográfico que una turbulencia emocional. Como una áspera militante bartleby, la narradora renuncia en todo momento a ser lo que se espera de ella como mujer, como extranjera y como escritora, hasta inventarse un espacio moldeado a su entero antojo. El resultado tiene la cadencia y la potencia imaginativa propias de la mejor poesía, cuya lectura solo es posible disfrutar a plenitud mediante una inmersión absoluta.