Aunque las tesis que albergan estas páginas nos puedan parecer provocadoras, el verdadero motivo que las inspiró fue encontrar una explicación, una más pero nueva, al gran ciclo ritual en el que se embarcan la ciudad de Sevilla y otros muchos pueblos y capitales de Andalucía una vez concluye la Cuaresma y se suceden, casi sin interrupción, la Semana Santa, la corrida de Resurrección y la Feria, la romería del Rocío y la celebración del Corpus Christi. Muchos cabos se lanzan desde aquí a otros pueblos españoles y mediterráneos que comparten tradiciones parecidas, pero es en Sevilla donde este ciclo se asienta con más fuerza y vigencia y donde más claramente se aprecian los vínculos que articulan un rito con otro. En efecto, un pueblo en aparente desorden es el protagonista de un programa ritualizado hasta tal punto que muchos de sus significados quedan herméticamente sellados, ocultos para el foráneo que solo ve lo dionisíaco de la fiesta. No es el caso de la profesora Molinié, que ha viajado a Sevilla y a la aldea de El Rocío en infinidad de ocasiones para estudiar los hitos del calendario con la ayuda de multitud de sevillanos, almonteños y andaluces que generosamente le han abierto las puertas de los muchos enigmas de este mundo.
De acuerdo con la interpretación de Antoinette Molinié, el sevillano asiste al suplicio de Nuestro Padre Jesús en el ir y venir de los pasos de las cofradías con un corazón edípico, esto es, esperando en lo profundo de su alma la consumación del parricidio, matar al padre, recuperar su virilidad con la corrida de Resurrección donde el toro le transmite la hombría necesaria para saltar la reja en Almonte y raptar el objeto del deseo: la Virgen del Rocío, o sea, la figura materna. Esta ventana a la psique del hombre andaluz —capaz de gritar «¡Viva Pilatos!» ante el paso que representa el juicio a Jesucristo— y su proceso de autocastración, que la autora nos abre de par en par dejando entrar las mil voces del subconsciente colectivo, no está exenta de polémica, pero sigue bases científicas perfectamente admitidas y sustentadas en una amplia bibliografía, así como en datos etnográficos de una densidad excepcional, a la vez sensible y aguda. La novedosa perspectiva de Molinié viene a enriquecer con un nuevo sustrato la tierra fértil de los mitos y dioses del mediodía.