«Nadie que comprenda a fondo el arte da importancia a lo que se representa en un cuadro. Lo que de verdad cuenta no es qué está allí, sino cómo.»
Roger Fry Un día de 1910, apareció en casa de Virginia Woolf un hombre envuelto en un amplio abrigo y con los bolsillos llenos de pinceles y tubos de colores. Su aire distraído, el pelo desordenado y la mirada inteligente sedujeron en seguida a todos los miembros del Grupo Bloomsbury. Juntos crearon el Omega Workshop y se empeñaron en dibujar el mundo de un modo distinto, pero fue Virginia quien más aprendió. Tras descubrir con él la pintura de Cézanne, dio un vuelco a su estilo, entendiendo que la trama tenía que seguir el ritmo de los sentidos, más que el orden cronológico de los acontecimientos. Desde entonces, sus obras se acoplaron al tiempo de la modernidad y no hubo vuelta atrás. Tras la muerte repentina del amigo y maestro, Virginia Woolf le dedicó este texto: una biografía escrita con pasión, tacto y mucho talento. Es así como Roger Fry sigue entre nosotros, vivo y dispuesto a mostrar lo que de verdad cuenta, en el arte y en la vida.