En la época de Defoe existía un intenso tráfico marítimo y el caso de náufragos que habían sobrevivido largo tiempo abandonados a su suerte en una isla desierta no era infrecuente. Al parecer, Defoe basó su relato en la auténtica historia de Alexander Selkirk, un marinero escocés que se había enrolado en 1704 en un galeón capitaneado por el célebre bucanero William Dampier. Selkirk, después de una acalorada discusión con Dampier, pidió él mismo ser abandonado en la pequeña isla de Juan Fernández, a 650 kilómetros de la costa de Valparaíso donde sobrevivió cinco años.