Retablo Incompleto de la Pureza es el silencio que sucede al grito de horror, ese silencio que es sepulcro donde enterrar la culpa y el espanto. Un páramo habitado por un puñado de sombras que, asustadizas, ocultan el rostro y se esconden, avergonzadas de ser lo que son, mortificadas por la certeza de no poder ser jamás otra cosa.
Dos autos profanos, dos cuerpos, forman este retablo: Muerte, resurrección y muerte y La mujer barbuda. Dos cuerpos anormales, deformes, monstruosos, geografía del castigo y los daños. Dos almas retorcidas por un infierno, condenadas por descubrir el espejo que otros taparon justo a tiempo para conjurar el miedo. Otros: los hombres que, despojados de toda paz, toda gloria y todo lo sagrado, le construyeron un altar a la superstición y sus artefactos.