«-Dos -dijo, complacido, en el momento en que Concepción, con la cucharita cargada de azúcar elevada e inclinada sobre su taza de té, lo miraba con una sonrisa inquisitiva. Concepción dejó caer el azúcar en la taza de su marido, volvió a llenar la cucharita y después de echarla en la taza comenzó a revolver el contenido con una delicada pericia...» Responso (1964)«Justo cuando la alta puerta giratoria lo despidió suavemente dejándolo en el vasto hall del Correo Central, Rey dejó de oír el bullicio interminable y confuso proveniente de la terminal de ómnibus, en la vereda de enfrente, y alzando la cabeza de un modo súbito vio que Tomatis se hallaba del otro lado del salón, junto a los buzones de madera lustrada, en compañía de un tipo muy joven, que Rey jamás había visto con anterioridad, y que los dos lo contemplaban». La vuelta completa (1966)«Hay esa porquería de luz de junio, mala, entrando por la vidriera. Estoy inclinado sobre la mesa, haciendo deslizar el taco, listo para tirar. La colorada y la blanca -mi bola es la de punto- están del otro lado de la mesa, cerca del rincón. Tengo que golpear suavecito, para que mi bola corra muy despacio, choque primero con la colorada, después con la blanca y pegue después en la baranda entre la colorada y la blanca: la colorada va a golpear contra la baranda lateral, antes de que mi bola choque contra la baranda del fondo, hacia la que tiene que ir en línea oblicua después de chocar contra la blanca». Cicatrices (1969)«La dicha de los amigos que se reúnen para conversar persiste como una luz que titila entre las cenizas de una realidad desolada. La amistad es el tejido básico de la sociedad que postula la obra de Saer. Pero, además, es el tejido básico sobre el que se traman las historias» ( Ricardo Piglia).«Cuando se habla del lugar de Juan José Saer, se suele ubicarlo como integrante de una generación de escritores argentinos (Manuel Puig, Rodolfo Walsh, Ricardo Piglia) que quiebran y desbaratan la tradición que representan Cortázar y Arlt sin eludir a Borges contra quien, de manera manifiesta, construyen su obra. En otro plano, se lo sitúa con Juan Benet, con quien comparte el riesgo, la tensión e incluso la ruptura de la lengua castellana. Pero su obra puede leerse limpia de vínculos, cercana al realismo pero, como a él mismo le gustaba definir, inmersa en lo real» ( Miguel Roig).