En los sueños todo se mezcla, todo se confunde: lugares, objetos, personas. Al despertar -como anota Borges- no podemos examinar los sueños, sino los recuerdos que de ellos nos quedan. Unos recuerdos casi siempre difusos, escurridizos, volátiles, pero en los cuales nos esforzamos por hallar un orden, una lógica, un significado. A menudo sucede lo mismo en eso que llamamos el mundo real. Los hechos se amontonan unos tras otros y alguien debe contarlos para ver si ahí, en esa caótica sucesión, hay una historia, un sentido. Eso se propone Cristian Vázquez en estos nueve cuentos: narrar como quien se asoma a la ventana de una casa ajena -de un universo ajeno- e intenta conocer a sus habitantes a partir de lo que alcanza a ver. Una charla en un bar de Barcelona o junto a un lago en Patagonia, una cena de Navidad, la vendimia en Valladolid, un viaje en autobús, la búsqueda de un escritor, el duelo por un amor perdido: escenas en las que se palpita la inminencia de una revelación, algo que está a punto de suceder o que tal vez ya ha sucedido aunque sus protagonistas todavía no lo adviertan o no lo terminen de ente