Ésta es la versión sin «corregir» de la obra maestra de Carver -De qué hablamos cuando hablamos de amor-, que acabaría sufriendo una poda de casi el cincuenta por ciento por parte de Gordon Lish, a la sazón editor y mentor de Carver, previa a su publicación en 1981. La preocupación de Carver por la médula de las cosas se halla tan presente en los relatos originales como en los que fueron publicados. Una jovencita que baila con su novio en el jardín delantero de una casa, percibe el primer aviso de los peligros de la vida adulta, y siente que la colma una «felicidad insoportable». Un hombre y una mujer se encierran en la habitación de un motel y, despacio, reconocen el final de su relación. Pero a medida que recorremos estas pequeñas tragedias, se nos van revelando nuevos significados. Una incursión fascinante en la estética de uno de los grandes autores contemporáneos, los interrogantes que suscita podrían desencadenar un gran debate literario. «Si alguna vez hubo una pieza literaria que nunca requirió enmienda alguna, es ésta» (Philip Roth); «El verdadero Carver da cabida a digresiones e historias secundarias. El verdadero Carver no es carveriano» (Blake Morrison).