El flamenco es un arte gestado entre las clases populares andaluzas, y por ello estrechamente vinculado a los oficios menos valorados, tales como el de vendedor ambulante. Son muchos los artistas flamencos que proceden de familias que se ganaron la vida vendiendo marisco, flores, fruta, caramelos, cuando no ejercieron ellos mismos esa ocupación. El pregón, a veces desgarrado, otras gracioso, pícaro, fue un recurso poético-musical para atraer a la clientela. En la lírica flamenca el mundo de los vendedores está muy presente, de la misma manera que existe gran cantidad de pregones flamencos que reproducen las cancioncillas de los vendedores. Las letras de bulerías, tangos, cantiñas y otros palos están salpicadas de fragmentos de pregones. Pero su influencia en el flamenco va más allá; en la forma de ejecutar el cante, por ejemplo, ya que el flamenco comparte algunos rasgos con las cantinelas de los mercaderes callejeros. Arrieros, tartaneros, vendedores ambulantes… contribuyeron a difundir esta música por los caminos del sur peninsular. "Pregones y flamenco" se ocupa de analizar el origen, la evolución y la actualidad de un cante hoy poco interpretado. Se trata de un estilo que no constituye un palo flamenco en sentido estricto, al carecer de estructura musical propia, pero que queda definido por su temática. Algunos pregones proceden directamente de la calle y fue allí donde los crearon personajes como Macandé, el Niño de las moras o José el de los camarones. Otros son recreaciones realizadas por artistas o composiciones de autor. Hay pregones también que provienen del mundo del teatro y, adaptados por diferentes cantaores, han dado origen a palos diferenciados: caracoles, mirabrás, etc. En definitiva, el estudio de los pregones es una puerta al conocimiento de la doble naturaleza del flamenco: un arte popular, de gente humilde y ambientes callejeros, pero también una música eminentemente profesional, de artistas que aportan su creatividad sin despreciar lo escrito, lo culto.