Una nueva Internacional es necesaria, pero a condición de que se conciba como la Primera, y no como la Segunda, Tercera o Cuarta, es decir, siendo capaz de aglutinar a todos aquellos que quieran actuar juntos para construir la convergencia en la diversidad. Sin monopolios ideológicos (lo cual no excluye la formulación de las distintas concepciones teóricas sobre la sociedad que se desea construir). El socialismo, en este espíritu, se concibe como producto del movimiento.