Nací el 1° de octubre de 1875 y desde este desarreglo empezó para mí un continuo vivir. La autenticidad de mi condición de solterón en ese momento fue indiscutida, pero yo le añadí el malhumor que la distingue, pidiendo inmediatamente en el idioma que no tiene filólogos el Libro de Quejas. [...] Puse mi nombre, y la fatuidad de tenerlo me distrajo de reflexionar que aquél era el Libro de Quejas de la vida.