¿Qué pueden tener en común un asesinato y Mozart? En un caso se trata de un hecho condenable y en el otro del paradigma de la genialidad. En ambos, sin embargo, se juega el poder de las etiquetas para estigmatizar o asegurar prestigio a alguien considerado "fuera de lo normal". Señalar la genialidad de una persona no suele ser un problema, pero rotularla como delincuente implica convertirla en outsider, no importa en qué haya consistido su falta: el exceso de alcohol, el consumo de drogas o haber cometido un crimen.
Tradicionalmente los sociólogos buscaron explicar los motivos que inducían a una persona a desviarse de las reglas. Pero fue el trabajo pionero de Howard Becker, en los años sesenta, el que permitió desplazar el foco de atención hacia quienes hacen o proponen las normas, dado que es tan importante estudiar a quienes infringen la ley como a quienes definen qué es delito y qué no.
El autor indaga, entre otros, el caso de los consumidores de marihuana, revelando cómo se inician en esa práctica, cómo la posición que asumen ante los controles sociales les permite disfrutar de esa experiencia o alejarse de ella, cómo se vinculan con los valores convencionales y con los de su grupo de pertenencia.