Un joven investigador universitario sobrevive en un Nueva York entre pisos
compartidos y efímeras comunidades de migrantes. Una mujer desaparece de
los asentamientos de colonización que la dictadura franquista levantó en
las llanuras gallegas durante los años sesenta. En No queda nadie
confluyen, a través del tiempo y del espacio, los caminos de estos dos
personajes, proyectados contra un mapa de metrópolis extranjeras, pueblos
inundados, comunas hippies y mundos quizás aún por venir.
Brais Lamela combina en No queda nadieel ensayo y la novela, lo
real y lo ficticio, para mostrarnos un relato emocionante y delicado
construido sobre el desarraigo, sobre los espacios que nos vemos obligados a
compartir o abandonar. Y al fondo, la certidumbre esperanzadora de que hay
formas de mantenerse a flote en los lugares intermedios.