Impertinente, maleducado y rebelde, los padres de Miguel
no encuentran explicación al arisco comportamiento del niño. Tampoco consigue hacerle cambiar de actitud un león hambriento que llega a su casa advirtiéndole de su intención de comérselo.
El incauto león no sospechaba lo indigestos que son los niños
tan insolentes como el que protagoniza este relato.