María Zambrano (1904-1991) se plantea desde sus primeros escritos la relación entre filosofía y poesía, consolidando, junto al concepto de «razón vital», de Ortega y Gasset, el de «razón poética». A través de su aproximación a la expresión lírica y la mística, la pensadora hace tomar cuerpo en el texto a las palabras de Wittgenstein: «la filosofía no es una doctrina, sino una actividad». En efecto, su escritura se constituye en un ente vivo y en movimiento. Ese carácter autogenésico se debe a las captaciones de la «razón poética», que abarcan la rebeldía humana, la ebriedad ritual, los vislumbres del misterio y la disposición a transmitir el secreto y, por tanto, la voz y la palabra encarnada, unidas a la música, que, nos dice, es «la que vence al silencio antes que el logos». Cuando Clara Janés conoce a María Zambrano, ha reflexionado mucho sobre estas cuestiones y se siente afianzada e impulsada a profundizar. Resultado de sus conversaciones
y lecturas son los textos recogidos en este libro.