Una niña. Un padre siempre ocupado. Un hotel en mitad de la nada. Una tía que se pinta el pelo de rojo y busca amor. Un cantinero que cría cerdos. Un señor flaco que vende tintos y no enciende la luz cuando se afeita para no despertar a su mujer. Una casa naranja. Un perro guardián. Pollos. Y ajíes. Una loca que cuenta casas y hace limpias al son de Cucurrucucú paloma. Una niña a la que le duele la tripa. Porque tiene maldeniña.
Maldeniña.
Puro maldeniña.
Tras Esta herida llena de peces, Lorena Salazar Masso vuelve a regalarnos una historia hermosa y desgarradora, hecha de silencios y asunciones, que conmueve y admira a partes iguales y que, sobre todo, ratifica a su autora como una de las mejores escritoras de su generación.