A pesar de su corta actividad, desde el año 1969 hasta 1976, cuando caen presos los últimos activistas del grupo, el Movimiento 2 de Junio tuvo una importante influencia en los debates de la izquierda antiautoritaria. Adoptaron este nombre para recordar el asesinato por parte de la policía del estudiante Benno Ohnesorg el 2 de junio de 1967, en el curso de una manifestación contra la visita del sha de Persia. La historia de este grupo es inseparable de la ruptura de la juventud alemana de la época con la vieja izquierda. De marcado carácter libertario, a diferencia de otras organizaciones armadas -como la RAF- el Movimiento 2 de Junio siempre defendió la necesidad de mantener los vínculos con la izquierda legal, a fin de servirle de apoyo en sus luchas y no perder el sentido de la realidad.
En el Movimiento 2 de junio confluyeron buena parte de los colectivos dispersos de carácter combativo que se formaron en Alemania Occidental al calor de los movimientos contraculturales de finales de los sesenta y principios de los setenta, desde el Consejo Central de los Rebeldes Nómdadas del Hachís hasta grupos como Tupamaros de Múnich o El Ejército Rojo del Ruhr.
El paso de algunos de sus miembros por las míticas comunas K1 y K2 fue determinante para que, en su caso, la acción armada adquiriera un lenguaje radicalmente diferente a la solemnidad militarista de las autoinstituidas vanguardias armadas. El M2J se caracterizó por su ruptura con los símbolos clásicos de la lucha armada, aplicando el espíritu subversivo que predicaban sus miembros al corazón mismo de la acción directa. Conocidos por repartir bombones de merengue durante los atracos bancarios, llegaron a realizar acciones de gran envergadura como el secuestro del candidato de la Unión Cristiano-demócrata (CDU) a la alcaldía de Berlín, Peter Lorenz, con el que consiguieron la liberación de cinco presos políticos.
La del M2J es, en definitiva, una historia que escapa a cualquiera de los tópicos en los que se suele encasillar a la guerrilla urbana.