La paz espacial o territorial es un clásico sueño o utopía incumplida de las élites, sometida permanentemente a un conflicto multinivel donde subyacen todo tipo de relaciones de poder, que se substancian en las luchas por la legitimidad del uso y la utilidad última de los lugares. Articulando las miradas geográfica y antropológica, Núria Benach y Manuel Delgado abordan aquí cómo el territorio, y aquello que los discursos hegemónicos denominan con el domesticado concepto de «espacio público», no es un conjunto vacío en el que intervenir y al que moldear. Esa multiplicidad de calles, plazas, placetas, huertos, solares, campos…, pero también de obras, infraestructuras, remodelaciones, intervenciones, rondas, circunvalaciones… no solo no están separados del «espacio privado» (es evidente en el efecto de la gentrificación sobre el precio de la vivienda), sino que son un campo de disputa entre subjetividades y necesidades, no solo diferentes sino antagónicas. El intento de normalizar o de torcer cualquier espacio para unos determinados intereses y objetivos implica un despliegue de violencias de diferente o