Odile tiene casi cincuenta años cuando se ve obligada a regresar al pasado de manera inesperada. Una imagen conocida, pero que creía olvidada aparece cada noche en la pantalla de su televisor en una especie de reto absurdo que sin embargo comienza a obsesionarla. Para neutralizarlo Odile buscará una salida a priori descabellada. Sin embargo, es a veces en la locura o en la vida vivida por persona interpuesta donde únicamente podemos encontrar el camino de vuelta a la realidad. Los tigres no pueden esperar eternamente es una historia de casualidades y devociones. Un homenaje, un diario literario, una invención; la letra pequeña que todos nos negamos a leer en el pegajoso estribillo de las canciones de amor.