Lupercia Mania, hija de padres hispanos, vive en la Roma imperial en compañía de sus dos esclavas, Demetria y la joven Cátula,
dedicada a la elaboración de elixires, remedios y perfumes. Póstuma, su amiga de la infancia y colega de hechizos, acaba
de sufrir un fatal accidente y durante su sepelio se produce
un devastador fenómeno meteorológico de mal augurio.
Acto seguido Lupercia comprueba que el cuerpo de su amiga
ya no está completo y teme que su espíritu se convierta
por este motivo en un espectro maligno o «larva» y vague
eternamente sin poder alcanzar jamás el Hades. Hay rumores
de que tal vez una hechicera tesalia llamada Ericta haya
intervenido en el robo y huido con su botín a Grecia.
Lupercia decide entonces emprender un arriesgado y duro viaje
por tierra y por mar tras los pasos de la malvada y escurridiza Ericta en compañía de Lycofrón, un exgladiador, y el joven
iniciado Veyano, así como de su esclava Cátula.
Con Lobas de Tesalia, Pilar Pedraza vuelve a invitarnos,
como ya hizo con su exitosa La perra de Alejandría (2003),
a una fascinante inmersión en el Mundo Antiguo -mundo
que tan bien conoce y ama desde sus años de docencia
como profesora de Historia del Arte-, al tiempo que nos ofrece una suerte de recreación literaria inspirada en su reciente
e interesantísimo ensayo Brujas, sapos y aquelarres (2014)
en el que nos brindaba sus amplios conocimientos sobre
la historia de la brujería a través del Arte.