En 2004, de repente, un libro publicado en Argentina centró (de México D. F. a Madrid, de Buenos Aires a Bogotá), al principio en voz muy baja, todas las conversaciones de aquellos que cada vez más sospechan de las convenciones literarias del presente, y se convirtió en un texto mítico. Era Literatura de izquierda. Lo más sorprendente resultaba ser su diagnóstico de la literatura argentina, crítico y brillante, y nunca cínico como suele ser habitual en ciertas aproximaciones a la literatura de nuestros contemporáneos.
Y era sorprendente para muchos lectores porque las tesis de Damián Tabarovsky podían aplicarse, sin cambiar una coma, a la literatura española actual, a la de hoy mismo, incluso a la de otros países de América Latina. Por primera vez, y sin ambages, palabras como mercado y academia eran discutidas desde dentro, es decir, desde la misma escritura de uno de los narradores fundamentales de estos años, quien tomaba posición, arriesgándose a decir y a nombrar.
La literatura de izquierda a la que se refiere Tabarovsky no busca inaugurar un nuevo paradigma, sino poner en cuestión la idea misma de paradigma, la idea misma de orden literario, cualquiera que sea ese orden.