«¿Quién es M. Rajoy?» Si la pregunta es disparatada, la respuesta que se nos da en estas páginas no lo puede ser menos. Una narración cronológica se hubiera iniciado presentando a M. Rajoy en la ducha, justo en el momento en que empieza a caer chapapote de la alcachofa. En el siguiente capítulo nos haría seguir los pasos de M. Rajoy hasta el despacho de la doctora Pagán, en el hospital psiquiátrico Don Quijote, para hacernos partícipes de la entrevista y de la decisión clínica de internar al paciente. A partir del ingreso, aparecerían los distintos personajes: Amanda, unas veces de Móstoles y otras de California, que ha sentido la llamada a la anarquía universal; La Faraona, que se enamora perdidamente de M. Rajoy; Cristóbal, el vigilante de seguridad que quiere ser policía nacional; Marta, la enfermera trillada por la fantasía masculina [sic]; Alberto, el celador bonachón; y Laura, la principal cuidadora de M. Rajoy, y sin la cual la historia no merecería ser contada. Todo ello salpicado por los sueños delirantes de M. Rajoy, que solo un deus ex machina podría realizar. En cambio, si la narración corre a c