En su nueva novela, Menchu Gutiérrez reflexiona sobre los grandes temas de nuestra vida a través de una metáfora maravillosa: la ventana como umbral a través del cual nos llega todo lo exterior y a la vez nos abrimos al mundo. La ventana de la habitación de nuestra niñez, aquella por la que mirábamos las mañanas de los veranos llenas de promesas, la ventana de la escuela. Pero también la pantalla del ordenador, la ventanilla de los aviones, la reja conventual, el espejo. Siempre hay una ventana a través de la que vemos, respiramos, oímos. Con un lenguaje profundamente lírico y evocativo, la autora nos narra las múltiples historias, individuales y colectivas, que las ventanas llevan adheridas. Y nos invita a leer en las ventanas cerradas, a extraer mensajes de las ventanas entreabiertas o de una ventana iluminada en la noche.