Mito urbano que se escuchaba en las tabernas parisinas en los años treinta, reelaborado con las mentiras que el propio Roth contaba sobre su propia vida. Esta obra es la crónica íntima de un deseo -restituir dinero prestado- y la imposibilidad de cumplirlo, cuando el vino, la absenta y los encuentros casuales con mujeres y viejos amigos lo impiden.
La leyenda del Santo Bebedor es considerado el testamento narrativo de Joseph Roth, una parábola perversa que recoge aquella máxima del autor cuando afirmaba: «Todas las buenas ideas me vienen bebiendo».
Pablo Auladell despliega su imaginario gráfico con una puesta en escena reflexiva para recrear el París de entreguerras, con imágenes estimulantes que evocan a los maestros del expresionismo alemán.