Mariano Mastandrea, un escritor solitario y telediadicto, recorre diariamente en tren subterráneo la ciudad de Buenos Aires, esperando descubrir algún lector de su novela Una eternidad, que languidece apilada en las mesas de saldos de las librerías de la calle Corrientes. El encuentro con Camila Pereyra, conocida por los empleados del Jardín Botánico como la "loca de los libros", será el inicio de una destructiva historia de amor que superpone dos intensidades (la de la lectura y la de los sentidos) y que convierte la pasión y la vida en representación e impostura.