Todo se esconde tras una máscara. En las películas de Fritz Lang (1890-1976) el mundo es una mascarada. Desde sus primeros filmes, este baile de todos los signos y posiciones encuentra en la escultura un lugar que permite conectar el sentido de toda imagen. La escultura refleja por una parte la inmovilidad (el destino); por otra, el movimiento de la vida: los dos polos del imaginario languiano. Realizado en coedición con la Fundación Luis Seoane de La Coruña, los textos están traducidos al gallego y al inglés.