Sergi Pàmies dedica parte de los diecinueve relatos de La bicicleta estática a diseccionar los naufragios y desconciertos de la madurez. Si con su libro anterior Si te comes un limón sin hacer muecas concitó elogios y reconocimientos, en éste Pàmies vuelve a desplegar su afilado sentido de la observación. Con un estilo preciso, intenso, irónico o demoledor, el autor sumerge al lector en emociones como el duelo, el desamor, la introspección enfermiza, los pánicos y servidumbres de la responsabilidad, las liturgias sentimentales y los peligros de la esperanza y la nostalgia. Recurriendo a material explícitamente autobiográfico, y jugando con los límites más promiscuos entre realidad y ficción, Pàmies retrata las tragicómicas dificultades existenciales de unos personajes que, con una determinación tan absurda como heroica, insisten, pese a no moverse, en pedalear.