«Era el rey de los perseguidos, de los ocultos. Era el más
escueto y el de la más sincera palabra. Era la compañía
ideal para caminar por la senda de los dioses. Todavía ayuda al
desarraigado en su lucha. Su camino estaba hecho de la más desnuda
de las verdades y de muerte. Él nos proporcionó visiones
de absoluta claridad y sueños de todo. Era enemigo de la vida y
maestro de los deseos, más allá de cualquier anhelo de existencia.
Fue el asesino de manos rojas que murió violentamente, joven».
Éste es el retrato que presenta Jack London de quien fue su compañero
y demonio particular a lo largo de su vida: John Barleycorn, es decir,
el alcohol. Contradictorio y emotivo, como el autor, John Barleycorn
(escrito poco antes de su muerte) es el relato autobiográfico de
las vivencias y aventuras de London, pero desde el punto de vista de su
relación con el alcohol: una relación que se estableció
en los días de su juventud callejera y vagabunda alrededor de las
tabernas y en compañía de los rudos hombres de Oakland, y
que le acompañó a lo largo y ancho de su peregrinaje por
el mundo, hasta el día de su muerte, el miércoles 22 de noviembre
de 1916, a consecuencia de sus grandes excesos con John Barleycorn y con
la vida...