Jota alquila su cuerpo para ganar dinero. Es su trabajo y cree en él, porque es lo único que tiene. Antes tuvo también una familia y un amigo verdadero. Ahora el recuerdo de ambos lo atormenta mientras conduce insomne por la ciudad, atendiendo las llamadas de sus clientes: hombres que buscan el consuelo de alguien que los comprenda, mujeres sin tiempo para el amor en sus agendas de ejecutivas, corazones que se incendian cada noche.
La historia nace en un barrio popular de Madrid. Jota es el hijo de un oscuro administrativo aficionado al fútbol y de una polaca que lo lleva a la Filmoteca a ver películas de Wajda y Kieslowski para demostrarle su afecto. Pero el hijo crece y descubre que la vida no es un partido de fútbol ni una película del Este. Su historia sigue por otros barrios, entre hoteles de lujo y pisos que parecen habitaciones de hotel. Y deriva por las interminables carreteras de Estados Unidos, en una road movie por la que circulan chicas de pueblo perdidas en el sueño americano de la gran ciudad, fanáticos religiosos, inmigrantes ilegales, maridos infieles y mujeres alcohólicas.
En la segunda parte de su trilogía madrileña, Sergio Galarza recupera la estremecedora biografía de JFK, uno de los personajes clave de Paseador de perros, para ofrecernos otra crónica de la soledad del mundo contemporáneo que cautiva por su aspereza y contundencia, como una canción under que el lector adoptará entre sus hits favoritos.