Nombres reconocidos (Nakany Kanté, Juan Tomás Ávila Laurel), artistas amateurs, jóvenes promesas, activistas, refugiados políticos... todos toman la palabra para reflexionar sobre su modo de entender la creación. El resultado es una diversidad insospechada de recorridos vitales, trayectorias intelectuales y lenguajes artísticos. Y aunque muchos se definen a partir de una identidad histórica negra, todos saben que el encuentro con su negritud tiene mucho de trabajo solitario. La actriz Silvia Albert, con su obra de teatro No es país para negras (que ha obtenido un éxito considerable y una gran difusión en los medios de comunicación) abordaba las peculiaridades (y dificultades) de ser negra en un país de blancos. Con su cara enbetunada, pretende denunciar el racismo que existe en nuestro país.