Bonifacio Miró decide, una mañana de noviembre, que es un buen momento para morir. Sin pensárselo mucho, se sube a la barandilla de su balcón, en un quinto piso, y empieza a repasar su vida. A sus pies, en la calle, convergerán su mujer, su vecino, su amante, su hija y el novio, su cuñado y socio, su mejor amigo, su hermana y un incómodo periodista que no deja de hacer preguntas. Todos esperan una feliz y rápida resolución de este trágico episodio. Aunque lo de feliz, claro, tiene un significado distinto para cada uno de ellos.