En Hegemonía sexual, Christopher Chitty rastrea los quinientos años de historia de las relaciones sexuales capitalistas. Se trata, en este sentido, de una verdadera arqueología de la dinámica de clase burguesa por regular la homosexualidad, pero también de las formas de resistencia y lucha de clases en ese ámbito. Tras las huellas de la politización de la homosexualidad masculina en la Florencia del Renacimiento, en Ámsterdam, París y Londres entre los siglos XVII y XIX, así como en la ciudad de Nueva York durante el siglo XX, Chitty muestra cómo la sexualidad se convirtió en una dimensión crucial de la acumulación de capital, al igual que en una importante técnica de dominio burgués. Ya sea por medio del control de la sodomía masculina durante el gobierno de los Médici en Florencia, o de la reiterada acusación contra la aristocracia francesa de practicar una sexualidad monstruosa en la Revolución francesa, la burguesía usó tanto la restricción como la libertad sexual para producir y controlar a las clases trabajadoras, transformándolas en una herramienta de producción fiable, subordinada a la sociedad c