Michel Foucault pronuncia el curso «Hay que defender la sociedad» en el Collège de France en enero de 1976, es decir, entre la aparición de Vigilar y castigar y la de La voluntad de poder. En él Foucault se interroga acerca de la validez del modelo de la guerra como herramienta para analizar las relaciones de poder, de las que distingue dos formas fundamentales: el poder disciplinario, que se aplica sobre el cuerpo mediante técnicas de vigilancia e instituciones punitivas, y lo que llamará desde entonces el biopoder, que se ejerce sobre la población, la vida y los vivos. Analizando los discursos sobre la guerra de razas y los relatos de conquista (especialmente en Boulainvilliers), Foucault construye la genealogía del biopoder y de los racismos de Estado. La lógica de las relaciones entre poder y resistencia no es la propia del derecho, sino la de la lucha: no es cuestión de ley, sino de estrategia. De lo que se trata es entonces de saber si no habría que invertir el aforismo de Clausewitz y establecer que la política es la continuación de la guerra por otros medios.