Fuente Amarga es un pequeño pueblo en el sur de Italia, rodeado por campos áridos a los que los hombres entregan la vida. Un pueblo como muchos, que sin embargo, para quien nace y crece allí, es el cosmos, con sus leyes universales e inmutables. En Fuente Amarga, los «paletos» sufren injusticias y abusos tan atávicos que les parecen naturales como la lluvia y el viento; y la escalera social para ellos tiene dos peldaños: la condición de gleba a ras de suelo y, solo un poco más arriba, la de los pequeños propietarios. Por encima de todos (y de todo), inalcanzables en su condición de caprichosos semidioses, los señores de la tierra, perpetuos custodios del poder al que sirven y representan según el soplo del viento de cada época. Con el advenimiento de la dictadura fascista, el orden social se tambalea, y sobre los fuenteamargados se desencadenan nuevos abusos que constituyen el relato de esta novela.
Publicada por primera vez en 1933 —en Suiza y en alemán, por la lógica imposibilidad de sortear la censura—, la obra fue elogiada y celebrada por distintas personalidades de la época, como Camus y Graham Greene, que la consideró «el relato más conmovedor de la barbarie fascista que he leído hasta ahora». Entretejida con una precisa verdad histórica y marcada por una alternancia magistral de registros, «Fuente Amarga» fusiona balada popular, parábola evangélica y sátira política en una rítmica partitura coral que se convierte en una violenta denuncia de la injusticia ínsita en la condición humana.