Decía Nabokov que cuando la naturaleza te entrega un don te ofrece también un látigo. Para autoflagelarte.
Además de haber elegido el nombre de pluma más bochornoso que nadie podría imaginarse, Fante Bukowski es un letraherido que carece de habilidades sociales, impedimento enorme para ser admitido en la escena literaria, ese contubernio de farsantes y trepas sin talento pero muy hábiles a la hora de dorarse la píldora en presentaciones y cócteles, al fin y al cabo el único requisito para publicar un libro detrás de otro.
Fante Bukowski está desesperado por dar a conocer su voz al mundo, pero al mundo se la suda. Tal vez sea porque a nuestro aspirante solamente se le entregó el látigo.