Claudia, una joven solitaria pero segura, extravagante, que se viste como un hombre, entra en la vida de Francesco en una mañana soleada, en el atrio de la escuela: es un shock, el nacimiento de un deseo completamente nuevo, que es sobre todo un deseo de vida. Francisco está encendido y frenado por una fe dogmática y al mismo tiempo incierta. Crecerán juntos, discutiendo como el agua y el fuego, divergentes e inquietos. Ella pavoneante, pelirroja y con corbata, siempre huyendo; él, tímido pero quemado por la curiosidad erótica. Son dos expatriados, irregulares o simplemente jóvenes. Se convertirán en adultos juntos, en un juego simbiótico de distanciamiento y persecución, en el que siempre terminan encontrándose Una novela sobre la pertenencia y la autoaceptación, sobre amistades tenaces, sobre una generación que ha mirado lejos para encontrarse a sí misma.