Abordamos en esta segunda parte dedicada a los flamenconautas, intrépidos navegantes por el jondo Atlántico, los sensacionales triunfos de nuestros grandes de la danza y el toque, que contaron en la Gran Manzana con el decidido apoyo del pueblo judío y de las cabezas del "entertainment" estadounidense, con Sol Hurok a la cabeza. Se revisan los incomparables episodios neoyorquinos del eminente Vicente Escudero, La Argentinita y Pilar López, el ubicuo maestro Juan Martínez, Ana María, Soledad Miralles, Rosario y Antonio..., o la inmortal Carmen Amaya, que hicieron de Nueva York por años el centro neurálgico de nuestra danza. Cuando España se desangraba, desde EE UU la Modern Dance aflamencándose gritaba al planeta por nuestro luto y acudieron en defensa de la Democracia las Brigadas Internacionales... Con las cuerdas de nailon que en Nueva York ideó Andrés Segovia, la guitarra flamenca toma la palabra comenzando allí, en Manhattan, su andadura concertística de la mano de Carlos Montoya y el, hasta ahora, apenas estudiado Vicente Gómez, figurón que dio al mundo el famoso "Romance anónimo" y mucho más; con ellos estuvieron también Jerónimo Villarino o Luis Yance... Cerramos con el regreso a España de Carmen Amaya, ya intrépida aeronauta, y revisando minuciosamente el caso del baile por tarantos y su venida al mundo, desde el Nuevo Mundo.