A Pepe le gusta esconder las gafas del yayo, recortar su diario y pintarrajear su sillón favorito, pero si el yayo le riñe, se pone a llorar a todo pulmón hasta que viene la madre. Pepe se divierte haciendo rabiar al yayo, pero el yayo también sabe hacer rabiar y hacerse el inocente.
Esta tercera y última entrega de las vivencias de Pepe y su abuelo sirve para reflejar con más humor que nunca los problemillas de convivencia entre peques y mayores.
Aprender a convivir con los demás también significa aprender a hacernos responsables de nuestros actos. El no respeto por los demás se nos puede volver en contra de la forma más inesperada.