El valor negativo que, en lo ético, tiene el secreto, no debe engañarnos sobre su positiva importancia sociológica en la conformación de determinadas relaciones sociales. El secreto, el disimulo de ciertas realidades, constituye una de las más grandes conquistas de la humanidad. El secreto significa una enorme ampliación de la vida, porque en plena publicidad muchas manifestaciones de la existencia no podrían producirse. El secreto ofrece, por así decir, la posibilidad de que surja, junto al mundo aparente, un segundo mundo.