La losa que sella el sepulcro de Francisco Franco en el Valle de los Caídos, sella también la memoria y el futuro de España. El final del franquismo trajo consigo una suerte de amnesia colectiva, un rechazo del pasado reciente y la necesidad desesperada de olvidar aquellas caducas ideologías y resistencias que habían protagonizado la oposición antifranquista. ¿Por qué la sociedad española, justo en el momento en que no había fuerza opresora, reprimió su pasado y sus ansias rupturistas? Lo queramos o no, el franquismo no era meramente un régimen dictatorial, sino que abastecía a la sociedad española de la droga del desencanto. Sin el dictador, se acaba el desencanto y comienza el «mono». Sin él, no es viable desmantelar las estructuras y el Estado franquista, es imposible comenzar de cero. El régimen pervivirá dentro de la democracia.El mono del desencanto, libro fundamental e imprescindible, rastrea este pasado reprimido a través de una crítica cultural de la transición incluida tanto la Movida madrileña como la pre-movida de Barcelona. En él, Teresa M. Vilarós señala cuáles fueron las adicciones de la sociedad española que producen este «mono» que cimentó el consenso social sobre el que se construyó el régimen del 78.