El autor de El maestro ignorante elabora en estas páginas un ensayo sobre las contradicciones y los impasses políticos del arte contemporáneo. Defiende que la estética no es política por accidente sino por esencia. Nace en la tensión irresoluble entre dos políticas opuestas: transformar las formas del arte en formas de la vida colectiva y preservar de cualquier compromiso militante o mercantil la autonomía que conlleva una promesa de autodeterminación.
En El malestar en la estética Rancière contribuye a aclarar lo que significa la estética como régimen de funcionamiento del arte y como matriz discursiva, y trata de comprender el malestar o resentimiento que la palabra misma provoca nuestros días.